La envidia y la ética: Para el científico e investigador Dr. William M. Shelton, la envidia es una reacción provocada en personas fracasadas, que buscan evadirse de la realidad escudándose tras una cruzada que pretende restablecer “valores morales”, “nobles ideales” y “justicia social”. La situación llega a ser peligrosa desde el momento en que en el sistema escolar comienza a incentivarse el desprecio por todos aquellos que alcanzan el éxito, atribuyéndolo siempre a corrupción, manipulación, y degradación moral.
Como perseguir el éxito es algo inherente al ser humano, los estudiantes terminan entrando en un proceso esquizofrénico que les lleva a odiar justamente lo que les daría la felicidad, aumentando como consecuencia las crisis de ansiedad, y disminuyendo la capacidad de innovar y de mejorar la sociedad
Comentario del Tao Te King: Los sabios perfectos de la Antigüedad eran misteriosos, sobrenaturales, penetrantes, demasiado profundos para la comprensión humana.
Eran cuidadosos como el hombre que cruza un río turbulento en pleno deshielo tras el invierno. Prudentes como aquel que es huésped de alguien muy ceremonioso.
Evanescentes como el hielo al derretirse.
Sencillos como la madera bruta, a la que la mano del hombre aún no ha dotado de ninguna forma.
¿Quién puede, mediante la serenidad, y poco a poco, purificar lo impuro? ¿Quién puede llegar a ser alguien tranquilo, y permanecer en calma para siempre?
El que sigue el Camino Perfecto no quiere estar lleno de ninguna cosa
Según el diccionario: sustantivo femenino, del latín Invidia. Mezcla de pena y de rabia. Sentimiento de desagrado provocado por la prosperidad o la alegría de otra persona. Deseo de poseer lo que tienen otros.
Para la Iglesia Católica: es contrario al Décimo Mandamiento (No codiciarás los bienes ajenos). Aparece por primera vez en el Génesis, en la historia de Caín y de su hermano Abel.
En una historia judaica: Un discípulo les pidió a los rabinos que le explicasen el siguiente pasaje del Génesis: “Le agradaron al Señor tanto Abel como su ofrenda, mientras que Caín y la ofrenda de éste no le agradaron. Se enfureció Caín sobremanera, y se le demudó el semblante. Entonces le dijo el Señor: «¿Por qué andas tan furioso, y por qué demudó tu semblante?»”
Respondieron los rabinos:
-Lo que realmente debió preguntarle Dios a Caín fue: «¿Por qué andas tan furioso? ¿Porque no acepté tu ofrenda o porque acepté la de tu hermano? »
Términos asociados [a la envidia] pueden ser corrosión, destrucción. Al mismo tiempo, se hace necesario encarar la envidia como una reacción humana. Todos los teóricos del tema piensan que la mejor manera de luchar contra ella es asumir que todo el mundo tiene algo de envidia, más o menos, según cada cual.
No creo que sea así, la envidía no es sana, no hace bien al alma de la que lo siente, ni del que es afectado por ése mezquino sentimiento sin saber de dónde o de quién proviene. Y menos el por qué....No creo que todos sentimos envidia, no creo en la envidia sana, la envidia destruye.
No siento envidia, no miro lo ajeno, no lo deseó, sólo deseó ser "yo", me enorgulleze serlo, y sí anhelo hacer realidad mis sueños y deseos, pero nada tiene ésto que ver con lo que tenga o sea el otro. Mi vida, mis sueños, mis deseos tienen que ver sólo conmigo.