Mi árbol...
mi abrigo en las noches del frio de la soledad...
mi sombra necesaria y mi claridad...
mi cobijo en las tardes de calor y mi libertad al ver sus hojas con el viento danzar...
mi alegría al ver sus húespedes en él anidar, y ver la vida asomar desde mi ventana...
ver nacer pichones que pronto volarán, que son enseñados por sú madre a volar en libertad...
que temen de nido despegar... y que tropiezan, vuelven bajo el ala protectora de quién aguardó
bajo la lluvia, el viento, fuertes tormentas, la mantuvieron firme cuidando su nido ...
sabiendo que en poco tiempo debería enseñarles a ser libre, aunque eso signifique despegar...
despegar de áquel nido que los cobijó del peligro, despegar de su amor, de su cuidado...
la naturaleza es sabia y más que las personas muchas veces,...
cuánto nos lleva aprender a volar en libertad....
cuánto nos lleva dejar ir, lo que no nos pertenece....
cuánto nos lleva tropezarnos, y aprender a no volver a caer por la misma piedra...
cuánto nos lleva aprender lo que es obvio para una simple ave,...
cuánto nos lleva el proceso de asumir que somos libres y el cielo está ahí para ....
esperando que abramos nuestras alas y aprendamos a volar en el mismo vuelo.
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